¿Ataca tu perro a las bicicletas, coches, camiones, motos…? ¿No sabes cómo controlar este tipo de situaciones ni a qué se deben? Hoy vamos a estudiar el origen del problema y cómo solucionarlo.
El perro reacciona así ante objetos en movimientos por dos motivos claramente diferenciados:
- Agresión por miedo. Como hemos visto en artículos anteriores, el perro ante el miedo puede tener tres reacciones diferentes: sumisión, huida o agresión. Cuando este tipo de situaciones se nos presenta cada vez que nos cruzamos con un vehículo en movimiento, normalmente el perro se siente asustado, y el miedo provoca agresividad en él. Si analizas la escena en sí, el perro ve por ejemplo la bicicleta, ladra de forma muy agresiva y la bicicleta se va. ¿Que ha pasado? Él ha ganado y por tanto la conducta se refuerza cada vez más. Aprende por tanto, que defenderse le soluciona el problema que tanto miedo le da. En líneas generales, el origen del problema es la falta de una socialización temprana adecuada y la solución la veremos más adelante.
- Agresión depredadora. El perro, aunque esté domesticado por el paso de los años en convivencia con el ser humano, es un depredador. Cazar es parte de su instinto, pero en algunos individuos se acentúa más que en otros, bien por una carga genética fuerte, bien porque con nuestros juegos hemos trabajado y desarrollado ese instinto. Esta conducta no involucra gruñidos ni ladridos, al menos durante la carrera hacia su presa. Por tanto, es fácil diferenciar entre este tipo de agresión y la anterior (agresión por miedo).
Sea cual sea el origen del problema, la conducta hay que corregirla y la forma en ambos casos es muy similar:
- Debemos exponerle ante la situación de forma controlada y con un nivel de estimulación muy bajo. Es decir, el objeto en movimiento debe estar bastante alejado para que cuando su mente de la señal de alerta, su nivel de agresividad sea menor por la distancia que los separa, o su instinto depredador no esté al máximo.
- Ante el mínimo indicio de que va a estallar, debemos cortar por lo sano diciendo un fuerte y contundente NO. Nuestra expresión corporal debe ser firme y nuestra orden muy clara. No le estamos avisando, es una exigencia. Recordad que nos hemos alejado del estímulo en cuestión (el objeto en movimiento) para que su nivel de excitación sea y menor y, por tanto, más fácil de controlar.
- Cuando el perro no reaccione ante este tipo de situaciones con la distancia inicial, es que ha comprendido que no queréis que tenga ese comportamiento. Entonces es el momento de dar un paso más y acortar la distancia. Así sucesivamente…
- No es cuestión de solucionar el problema en unas horas. Puede llevaros varios días, pero lo importante es no dar un paso hacia delante hasta que no controléis la situación a larga distancia.
- Por supuesto, cuando la respuesta del perro sea la correcta, es decir, que ignore el objeto, debéis premiar la conducta con algo de comida y caricias.
A continuación os dejo un video del final de una terapia que realicé a un perro con éste problema. Escogí como lugar de entrenamiento la puerta de salida de una estación de autobuses que era lo que más miedo le daba a él. El resultado, valoradlo vosotros mismos.
Feliz jueves perrer@s!
María Morales Martínez
Educadora y terapeuta canino.
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